miércoles, 1 de diciembre de 2010

martes, 30 de noviembre de 2010

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Después de besarlo con la convicción más tierna, después de amarle con la pasión más renovada,
después de dibujarle un te quiero en la frente, después de tanto y tanto darse, Romualda se convenció que ese hombre no podía ser más que el mismo ángel con ojos de mentira y álma de villano.
Entonces, durante todo el trayecto de regreso a sus años, lloró con la sensación más lugubre y amarga, dibujó en el cielo un sinfin de reproches al mismo tiempo que un día le prestó un lienzo para jugar a creer en el amor.
Caminó despacio por un muelle que no le pertenecía, miró las olas de un mar que también lloraba sus desamores, contempló a la gente que iba y venía con sus corazones machacados y se volvió de aire. Se dejó llevar por el viento que le sacudía la despedida y en un breve soplo de aire salino se secó completa....
Hoy Romualda le llora al amor muerto...
ella misma lo ha matado.

Victoria

Cerró el cajón donde guardaba aquellos pendientes especiales, se miró al espejo y se supo viva.
El tiempo se le había instalado en el cuerpo, cada vivencia y cada sentir habían dejado una huella en forma de surco en alguna parte de su cuerpo y rostro, se miró las palmas de las manos y trató de encontrar una señal que le diera motivos para creer.
Afuera el trajín de la gente se confundía con el crujir de las horas, un año estaba a punto de terminar y Victoria aún no tenía claro lo que deseaba para si misma.
En cambio, se había pasado 365 días completos dando y completando el bienestar de todos los que conformaban su vida, esa vida concedida a todos, menos a ella.
Caminó despacio buscando sus zapatos de fiesta, aquellos con que los 12 centímetros de más le eran suficientes para sentirse capaz de rozar el cielo con la yema de los dedos, se perfumó el recuerdo y se sentó a esperar a que el reloj marcara la hora para recibir el amanecer de un nuevo año, para cerrar un tiempo que le había dejado entre sus asignaturas, las vivencias y el temblor oculto de los placeres silenciosos, también la espera interminable entre paredes blancas y una oración olvidada aún pegada en el contorno de sus labios, entre muchos sentires más que le impacientaban y sosegaban de vez en cuando el estar…
Cerró los ojos para recordar un sólo instante que le devolviera la fe y encontró escondido tras los adioses fallidos, un beso infinito, una caricia inmediata, un frenético desalojo de culpas y una ráfaga de segundos colmada de amor.
Dejó que las lágrimas se llevaran todo aquello que le estorbaba en la sonrisa y tosió mil maldiciones por los efectos de las despedidas, también un perdón.
Estiró las piernas, se alargó sobre el sillón que la abrazaba y sonrió para si misma mientras se limpiaba las lagrimas, se inventó un motivo para brindar con la copa de vino espumoso y se creyó el mañana, sin propósitos concretos, sin proyectos delineados, sin promesas fallecidas, sin urgencias ni despedidas.
Al fin y al cabo, la Esperanza la habitaba y el nuevo año la bautizaba.
Nadie más que ella sabía que lo inmediato era,
SER FELIZ...

Diminuta


Mientras tuvo al hombre que amaba entre sus remilgos todo la hacía inmensa y grande, pero fue el día que su indiferencia empezó a tejerle tardes tristes que comenzó a hacerse pequeñita, casi invisible.
Después de vivir durante una década el amor redondo en complicidad con el hombre que había desatado en el contorno de su nombre la grandeza de las aventuras, después de comprender que lo que se ama también se pierde, después de lavarse con lagrimas el rastro de besos que le permanecían en el cuerpo, se olvidó del mundo y casi de él.
Después de intentar comprender las distintas formas en que ese hombre la amaba cotidianamente, después de aceptar que hay amores que de tanto amar terminan matando, después de silenciar para siempre el estruendo que en su alma se desataba con sólo recordar la voz de trueno de ese amor bendito, se borró la memoria con un lamento largo y cascabelero.
Cerró los ojos, apretó los dientes y los puños, aguantó la respiración hasta sentir que le explotaba el estómago y arrojó lo último que de él le quedaba hacia el infinito.
Se metió a la ducha por más de una hora, restregó con la furia de las tempestades la memoria del cuerpo y la razón de sus espasmos, perfumó con esencia de rosas los huecos donde aún quedaban retazos de pieles fundidas y se murió por dentro, de un respiro.
Se pintó con pétalos de violetas lilas el nombre de pila con que la bautizaron de niña y se acostó a dormir.

Ahora Diminuta cuando despierta no recuerda nada.
Ni siquiera lo inmensa que era de amor.

http://secretosparacontar.blogspot.com/

Ojalá no tengamos que esperar tanto.

Nos reíamos y todo parecía perfecto. Pero tal vez arriesgamos demasiado.

De repente, sentí frío. Y como en un sueño, todo pareció suceder envuelto en la niebla de las confusiones.

Apenas recuerdo poco más. Bailábamos juntos al borde de aquel hermoso acantilado. El sonoro vals del océano intentaba acompañarnos, pero nuestros cuerpos flotaban con su propia música. Tu mirada cegada por la brillante puesta de sol. Mi perfume que te embarga. Y tus cálidas manos que se aferran a mi cuerpo con firmeza.
...
Hasta que todo empieza a vibrar, de interior a exterior, como un seismo. Y tus manos empiezan a resbalar por mi piel; alejándose. Intento sujetarte. Pero me falta fuerza y caes al océano. Desapareces.

Cinco minutos sin respirar... y me lanzo a salvarte. Y el agua cristalina se convierte en lodo.
Todo es oscuridad y silencio.
¿Donde estás? ¿Perdido para siempre? No logro ver más allá de mi angustiado corazón palpitante, necesitado de noticias tuyas... que no llegan jamás.
Como en una pesadilla, Todo es la Nada.

jueves, 25 de noviembre de 2010




No puedo borrar de mí tus suaves labios,
El pecado esta en mi blanca piel,
Se que solo en sueños podré matarte.
Pero en mi realidad no podré olvidarte,
es difícil, me duele y no se porque
quiero desaparecer,
huir de este maldito
dolor que me consume ,
mis ojos lloran por temor
temor de no volver a verte ,
mis manos temerosas
de no volver a tocarte
solo me queda el recuerdo
un recuerdo de un cuerpo descomunal
con la tristeza y la soledad se tatúo mi rostro
de cuando me dijiste adiós
te amare por una eternidad
aunque te guarde como una bella fantasía
que me tortura cada dia.